• 29 de julio de 2022
  • juan cruz
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Con la fuerza de sus luchas en la voz, Zara Monrroy afirma que a través del arte todo es posible. Desde hace 15 años, empuñando las letras y sus ideales como arma, la rapera, activista y pescadora oriunda de Socaaix (comunidad indígena en Sonora) le declaró la guerra al olvido y emprendió una cruzada para la preservación de su lengua y su cultura. Este viernes 29 de julio, se presentará en Mérida.

Roxana Sarahí Romero Monrroy, mejor conocida como Zara Monrroy, busca visibilizarse a través del rap en su lengua originaria: la cmiique iitom -o seri- de la cual únicamente quedan mil 200 hablantes. Con su lírica, la artista también pretende generar un bien común; y compartir sus batallas en diversas latitudes.

El recorrido de Zara por Yucatán comenzó el miércoles en Tekax, municipio en donde compartió su experiencia y ofreció un concierto a las juventudes. También tiene programada una presentación en el Café Santuario de Mérida -Colonia Centro, calle 85 entre 54 y 56- en donde alternará el escenario con las raperas locales Kill Beat y Chely, desde las 17 horas.

Los vínculos que la cantante ha generado a lo largo de su carrera le permitieron arribar a Yucatán, en donde se le han facilitado espacios para promover la cultura de la Nación Comcaác, que significa “Gente de la Arena”. Se trata, contó, de un pueblo cantor e indígena cuya cultura merece ser compartida; y esa es su misión.

Esta es la primera vez que Zara Monrroy se presenta en el estado con su rap indígena sonorense, y también compartirá con su público algo de poesía. En general, comentó, el objetivo de este viaje es promover su cultura a través de la música y el arte.

“Es interesante rapear en mi lengua”

La carrera musical de Zara Monrroy comenzó a sus 11 años, cuando cantaba en castellano en la iglesia con su padre, quien a su fallecimiento le dejó esa herencia musical. A raíz de eso, la hoy rapera y activista quiso involucrar su lengua materna en el arte.

“Vi que a muchos jóvenes de mi pueblo les interesaban géneros diferentes como rap, reggae y rock, entonces comencé a indagar en ello; y cuando llegué a la Ciudad de México (CDMX) incursioné profesionalmente en esa música, ahora en mi lengua materna”, recordó.

En un principio, Zara se enfocó en géneros “fusionados” como ella les llama, todo en su lengua originaria -seri- al considerarla un idioma rítmico que ha gozado de gran aceptación en la mayoría de los lugares que ha visitado con su música.

“Es interesante rapear en mi lengua, porque a veces no hay rimas en español; y al traducirlas cambia todo el concepto en esencia. Al hacerlo, tratamos de acercarnos lo más posible para que no se pierda el mensaje para las comunidades”, manifestó.

Así fue como comenzó la trayectoria de la rapera, hace 15 años. Además de música, Zara Monrroy es gestora cultural en su natal Punta Chueca, en donde ha conseguido apoyos para los perros y gatos que la habitan.

De igual modo ha contribuido al tema de escases de agua gestionando el arribo de pipas del vital líquido para abastecer al pueblo, aunque, reconoce, esto ha sido complicado combinarlo con su carrera musical.

A través de los talleres que imparte en su comunidad, Zara ha impulsado la creación, no sólo de rap; sino también de poesía y otras disciplinas que acompaña con su activismo dirigido, fundamentalmente, a visibilizar su lengua y rescatarla de la extinción.

“Sigo batallando, porque no tengo un recurso estable. Busco espacios por mi cuenta; no tengo manager, soy una persona que viaja sola y únicamente se apoya en la información que me proporcionan mis amigos. Así trato de estar vigente y a la orden”, subrayó.

 

“Soy indígena, lesbiana y morena”

En sus canciones, Zara Monrroy habla de su vida: la de una joven habitante de una comunidad indígena y que presenta lo que ella denomina rasgos discriminatorios.

“Tengo todas las características de una persona que puede ser discriminada: Soy indígena, lesbiana, de piel morena, no hablo muy bien el español, no he estudiado educación básica y a veces me pierdo en la ciudad”.

Por ello, relató, hay ocasiones en las que la gente le pregunta ‘¿por qué estás en una universidad presentando una charla si no tienes una maestría?’; y en esos mismos espacios, hay quienes le llaman “licenciada”; o “maestra”, buscando colgarle etiquetas.

“Yo solamente soy Zara, no tengo licenciatura, ni maestría, pero eso no cambia nada, mis conocimientos son diferentes a los de otras personas, que también tienen otros conocimientos. De eso se trata la riqueza cultural”, aclaró.

En resumidas cuentas, señaló la artista, de eso habla su música, de cuestiones de discriminación; de ser una mujer joven en la comunidad y de situaciones que ha vivido al pasar por esos caminos, la mayoría de las veces sinuosos.

También habla del dolor, añadió, que causa el hecho de perder un ser querido; y de los animales -como los perros y los gatos de su comunidad- que, exhorta, “hay que cuidar siempre”.

“Igual hablo de las estrellas, de los ancestros; de los jaguares; de las pitahayas y las tunas; del desierto y el mar. Le canto a la naturaleza”, sentenció mientras se pierde por los laberintos de sus letras en lengua seri. Ella, precisó, canta para cuidar el medio ambiente; para concientizar que lo que hoy tenemos puede llegar a destruirse por malos manejos, pues a veces, lamentó, la humanidad no es consciente de los impactos de fenómenos como, por ejemplo, el cambio climático.

Con información de La Jornada