Hace cuatro años, la actriz María Bobadilla buscó una oportunidad para entrar al séptimo arte, por lo que llegó a Videocine. Un compañero le dijo que pasara con Coco Levy, el director de producción, quien era el que veía a todas las actrices.

Bobadilla, emocionada, le habló a su profesor de teatro.

“Y me dice: ‘ya he escuchado acerca de Coco Levy y la verdad ten cuidado, ese cuate tiene mala fama, toma tus precauciones’”.

Al final, con las ganas juveniles de querer hacer carrera, dice que acudió a la oficina de Levy.

“Durante dos horas estuvo hablándome de la industria del cine, haciendo comparativos con el infierno; me preguntó varias veces si estaba preparada para entrar y si sabía todo lo que me iba a costar, que me tenía que convertir en un demonio, salirme de mi zona de confort y explorar mi sexualidad, literalmente”, narra Bobadilla.

“Me enseñó un guión de terror y que posiblemente podía darme un papel ahí, además de cuatro casting. Me vendió que iba a poder tener acceso a todo eso y me iba a estar mandando a comidas y eventos con productores y directores, y que yo debía saber cómo tratarlos. Me preguntaba si sabía a qué se refería, digo, nunca me lo dijo tal cual, pero siempre con esa energía y tipo de preguntas obvias”, cuenta.

Fue entonces que le pidió fotos de ella desnuda con la temática del infierno. María no entendía por qué la solicitud, pero se comunicó con un grupo de amigos y juntos realizaron una sesión artística de ella sin ropa, pero jamás mostrando su intimidad:

“Se las envié, me respondió y se las quedó. Nunca me volvió a mandar nada, eso quería decir que sólo quería mis fotografías desnuda”, reflexiona.

Por ese incidente y temerosa, María comenzó a buscar oportunidades laborales en el extranjero. Le ofrecieron una beca de actuación en Los Ángeles y desde entonces ha hecho carrera allá.

“Quedé afectada (por la experiencia en Videocine) y a partir de ahí ya no quería nada porque tenía miedo de intentarlo y que me salieran con cosas así”.

El martes, que su colega Danna Ponce denunció a Levy por violentarla. María, de 30 años, pensó inicialmente en sólo apoyarla y externarle su respaldo, pero luego vio que lo mejor era seguir un proceso legal.

La denuncia, que inicialmente pensaba sería violencia sicológica, quedó tipificada como violación a la intimidad sexual.