El papa Francisco pidió ayer a la sociedad que no mire “hacia otro lado” y proteja a las mujeres víctimas de violencia en el Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra la Mujer.

“Las diversas formas de maltrato que sufren muchas mujeres son una cobardía y una degradación para los hombres y para toda la Humanidad”, dijo el Pontífice en Twitter. “No podemos mirar hacia otro lado. Las mujeres víctimas de violencia deben ser protegidas por la sociedad”.

Según reciente estudio de la ONU, cerca de la mitad de las mujeres dicen haber sufrido o sido testigos de alguna forma de violencia desde que comenzó la pandemia, cuyas consecuencias, sobre todo el confinamiento y la crisis económica, han intensificado la violencia contra la mujer.

La violencia contra mujeres y niñas es una violación grave de los derechos humanos y el derecho de las mujeres a vivir sin violencia está recogido en acuerdos internacionales.

En el ámbito mundial, solo el 40%de las mujeres busca ayuda tras sufrir violencia, lo que obliga a instituciones a promover políticas de prevención y ayuda.

Además, el Papa denunció que, aún hoy día, la sociedad discrimina a las personas con discapacidad y las trata “como cuerpos extraños”.

En un mensaje publicado ayer para la Jornada Mundial de la Discapacidad que celebra la Iglesia católica, Francisco dijo: “Vengo a decirles que la Iglesia los ama y necesita de cada uno de ustedes para cumplir su misión al servicio del Evangelio”.

Sin embargo, apuntó que “por desgracia, aún hoy muchos de ustedes son tratados como cuerpos extraños en la sociedad. Sienten que existen sin pertenecer y sin participar y hay todavía mucho que les impide tener una ciudadanía plena”.

El Papa denunció que “la discriminación sigue estando demasiado presente en varios niveles de la vida social; se alimenta de los prejuicios, la ignorancia y una cultura que lucha por comprender el valor inestimable de cada persona”.

“En particular, seguir considerando la discapacidad, que es el resultado de la interacción entre las barreras sociales y las limitaciones de cada persona, como si fuera una enfermedad, contribuye a mantener sus vidas separadas y alimenta el estigma en su contra”, dijo.

Respecto del comportamiento de la Iglesia, destacó que “la peor discriminación es la falta de atención espiritual” a estas personas y aseguró “que nadie puede negar los sacramentos a las personas con discapacidad”