A inicios de abril, se publicó el informe “La respuesta de México ante el COVID-19: Estudio de Caso”, realizado por el Instituto de Ciencias de la Salud Mundial de la Universidad de California San Francisco, por encargo de la Organización Mundial de la Salud (OMS). La conclusión general es que México fue uno de los cuatro países con la peor respuesta a la pandemia, junto con EU, Reino Unido y Brasil. La institución llevó a cabo también un diagnóstico sobre la acción de EU.
En el caso de México, los investigadores encabezados por Jaime Sepúlveda, de la Universidad de California, y Mariano Sánchez Talanquer, del Centro de Estudios Internacionales de El Colegio de México (Colmex), emplearon datos de la Secretaría de Salud.
El estudio fue en un inicio soslayado por el gobierno federal y hace algunos días desaprobado por el subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud, Hugo López-Gatell. Días después, El Colmex llevó a cabo la presentación del estudio a cargo de sus autores y con la opinión de académicos como Samuel Ponce de León (UNAM), Sergio Aguayo (Colmex), Ilán Bizberg (Colmex) y la presidenta de la institución, Silvia Giorguli.
El estudio, refirió, Jaime Sapúlveda, tomó tres meses, 120 páginas y 400 bibliográficas con un equipo multidisciplinario y multi-institucional, el cual se centra en 10 conclusiones, además de la mencionada, algunas de las cuales citó.
ANÁLISIS INDEPENDIENTE
Entre estas conclusiones se encontró la falta de previsión y anticipación de las instituciones del país y fallas en incorporación de conocimiento científico conforme se fue ampliando la investigación de la pandemia y el SARS-CoV-2. Se le agrega la incapacidad para reconocer errores y corregir políticas públicas; la falla en la comunicación institucional, alta mortandad, el debilitamiento del sistema salud en las últimas décadas… En este escenario se requiere “despolitizar lo técnico y tecnificar lo político”, dijo.
El estudio también concluye que hubo pruebas diagnósticas insuficientes –México es el país que más muertes registró en relación con el menor número de pruebas realizadas–, la falta equipamiento del equipo médico –el país es donde se registró la mayor mortandad de personal médico, según la Organización Panamericana de la Salud.
El especialista, co fundador del INSP, refirió también que el subregistro en momentos álgidos de la pandemia podría multiplicar el número de contagios hasta por 30 y en el caso de decesos habrían sido mínimo del doble.
A estos elementos se añade la inequidad de acceso a diagnósticos y servicios de salud de la población, las comorbilidades y otras fallas, apuntaron los especialistas. “Hay que entender por qué en México enfermó tanta gente y por qué no pudimos controlar la transmisión. Es parte de la historia que debemos entender para sacar las lecciones adecuadas”, señaló Mariano Sánchez Talanquer.
En México, agregó, se observa un patrón donde los supuestos fueron arriesgados en vez de ceñirse a un principio de precaución y no hubo la capacidad institucional para corregirlos e incorporar evidencia a medida que surgía.
Durante sus comentarios, Samuel Ponce de León –coordinador del Programa Universitario de Investigación en Salud (PUIS) de la UNAM y coordinador de la Comisión Universitaria para la Atención de la Emergencia del Coronavirus—refirió que el estudio fue muy bien diseñado y fundamentado y que es una propuesta constructiva sólida para la reflexión.
No obstante, comentó tres puntos adicionales que deben tomarse en cuenta para el análisis de la pandemia en México: la falta de claridad y énfasis como regulador global de la OMS; la falta de involucramiento de otros sectores además del médico en la forma de contrarrestar la pandemia y la dificultad de evaluar con objetividad las políticas de contención en un ambiente tan politizado como el que vive el país. Agregó además que si bien en México no se hicieron pruebas diagnósticas suficientes, no contaba con la infraestructura para dar una respuesta epidemiológica útil de haberlas llevado a cabo.