• 20 de julio de 2022
  • juan cruz
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En Kaxek, un rancho ubicado en el municipio yucateco de Cenotillo, 14 monos araña se preparan para su liberación luego de ser rescatados del tráfico ilegal. Estas especies en peligro de extinción ya se habitúan a una nueva dieta y en pocos meses podrán reintegrarse paulatinamente a la vida silvestre.

En el 2019, personal del santuario Kaxek encontró una tropa de ocho monos araña en sus terrenos. A partir de ahí, se dedicaron a dar seguimiento y monitoreo al crecimiento de su población. Hoy son más de 45 ejemplares los que habitan la zona, compartió Juan Carlos Euán Oy, responsable del lugar.

Este hecho, explicó, llamó la atención de Animaya, pues uno de los objetivos de ese zoológico meridano radica en reincorporar a la vida silvestre los animales rescatados.

“La Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa) les lleva monos rescatados, producto del tráfico ilegal y ellos lo sueltan en ‘la isla’, llegando a un punto en el que ya no hay lugar para más”, detalló.

A través de Claudia Ham Vega, coordinadora del área Técnica y Educativa de Animaya se logró que el primer lote que les llevaron pudiera llevar a cabo su proceso de adaptación en la reserva Kaxek, pues el predio demostró ser capaz de sostener al mono araña.

“¿Cómo llegaron? No sabemos, pero ya tenemos 45 monitos que se están reproduciendo bien, ya que es un monte con más de 100 años el que tenemos; es un monte alto con cuatro cenotes y cinco aguadas. Tienen de donde tomar recursos para su alimentación”.

Es así como los responsables de Kaxek aceptaron la invitación de Animaya, pero antes tuvieron que adecuar una jaula de 17 por 6 metros y 3 metros y medio de alto para que, antes de ser liberados, pudieran adaptarse.

“Primero llevaron seis, ahorita nos llevaron ocho, son 14 monos los que estamos habituando a la dieta con la que se van a encontrar en su vida libre. Les damos forraje a base de ramón, hojas de ciruela, pochote, papaya silvestre, calabaza, entre otras frutas”, sostuvo Euán Oy.

Hoy, prosiguió, gracias a la convivencia que tienen entre ellos, ya se están organizando en tropa. El personal del santuario ha identificado al macho alfa, a la hembra alfa y otro tipo de comportamientos propios del mono araña.

“Regresaron las personas que nos los entregaron la primera vez y los monos ya no se les acercan, al contrario, se alejan. Ya conseguimos quitarles esa impronta que tenían”, reiteró el médico veterinario.

Actualmente, en la unidad Kaxek se encuentra en trámites con la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) para hacer la liberación final.

“Es dejarles abierta la jaula y -por lo menos- por una semana seguir poniéndoles comida en su interior. Ellos saldrán a explorar; y si sienten que no pueden, regresarán paulatinamente, pero poco a poco adquirirán confianza para alejarse”, sentenció.

Esa, dijo Juan Carlos Euán, es la primera etapa de la liberación. En una segunda, lo ideal es que escuchen el ruido de la tropa grande -de 45 primates- y gradualmente se le vayan uniendo y aprendiendo a sobrevivir con ella.

Para lo anterior, el personal del lugar se ha organizado con algunos voluntarios del Instituto Tecnológico de Conkal y la facultad de Veterinaria de la UADY a fin de que se monitoree el comportamiento de estos ejemplares de mono araña.

“Mordaz” tráfico ilegal

Estos monos, recordó, son producto del tráfico ilegal y suelen vivir en condiciones de precariedad. Para obtenerlos, lamentó, es necesario matar a la mamá, e incluso a la tropa completa a fin de obtener las crías.

“Además, luego del primer año, el monito ya no es tan gracioso y su conducta cambia, ‘se pone rebelde’, entonces o los tratan de donar al Animaya o al Centenario; o buscan en dónde soltarlos, pero desgraciadamente no sobreviven”, condenó.

Con información de La Jornada