El presidente Andrés Manuel López Obrador ha puesto en primer plano la “austeridad” en todos los sectores gubernamentales, incluyendo el ámbito de la salud. Sin embargo, esta prioridad ha generado preocupaciones, ya que ha resultado en una disminución en la atención médica, la cual se refleja en una menor cantidad de niños vacunados, hospitales sobrepasados y personal médico trabajando con recursos limitados, como la falta de suturas o jeringas básicas, e incluso la imposibilidad de llevar a cabo ciertas operaciones debido a la carencia de equipo.

Aunque el sistema de salud en México ha enfrentado históricamente desafíos de escasez, los recortes presupuestarios bajo la administración de AMLO han agravado la situación, afectando directamente la calidad de atención brindada en los hospitales públicos, lo cual puede determinar la diferencia entre la vida y la muerte para los pacientes. Además, estos recortes no han generado los ahorros esperados, ya que el gobierno ha gastado más en la adquisición de medicamentos en comparación con la administración anterior, principalmente debido a compras realizadas a sobreprecio.

La falta de recursos también ha impactado a la población más vulnerable, quienes se ven obligados a gastar más de sus propios recursos para adquirir los medicamentos e insumos necesarios para su atención médica.

Este panorama plantea interrogantes importantes: ¿Cuál es el costo real de no vacunar a un niño? ¿Cuánto se ahorra al reducir la compra de insumos básicos? ¿Quién y de qué manera se está atendiendo a los sectores más desfavorecidos de la población? Estas son cuestiones cruciales que requieren una revisión exhaustiva de la política de austeridad y salud implementada por el gobierno federal.